Gobernar es fácil...

Gobernar es fácil...

AMLO aseguró que "la tarea de desempeñar el cargo de presidente ha sido fácil", que “no tiene mucha ciencia gobernar, porque la política tiene que ver con el sentido común". Tal vez en lo único que yo llegué a estar de acuerdo con quién ocupó la desgraciadamente la presidencia en el sexenio anterior, es cuando sostuvo que gobernar era muy fácil. Tenía razón.

Para demostrar sus tesis, el “sentido común” me obliga a concluir en las ventajas de volver a insertar a México con gran facilidad, en el concierto de las naciones. Estuvimos aislados durante ese catastrófico sexenio, el peor en la historia de México con excepción del encabezado por Victoriano Huerta, de los diversos foros internacionales, en donde se toman las grandes decisiones de nuestro tiempo. Una manera simple de reparar la dañada marca México, consiste en coordinar tareas conjuntas con la DEA y con el FBI, para diseñar estrategias orientadas a desmantelar la producción y el tráfico de estupefacientes, un cáncer que ya domina el 60% del territorio nacional, a través también de los ominosos cobros de derechos de piso.

En lo que hace a las relaciones bilaterales, después de lograr acuerdos con las fuerzas antinarcóticos de EU, constituye una exigencia inaplazable y muy fácil de cumplir: que la señora Sheinbaum se plante en Mar-a-Lago para entrevistarse, cara a cara, con Trump, antes del 20 de enero, para abordar el tema del fentanilo, de la migración, de los aranceles y del T-MEC, tratado del que “solo” depende el 60% de la economía nacional. No se trata de intercambios epistolares ni de llamadas telefónicas confusas, sino de presentarse, en sesión cerrada, con el amo del mundo para salvar a México de daños mayores innecesarios y del peligroso intercambio de costosas bravuconadas.

Una manera eficiente de generar riqueza lícita, no como la poseída por incontables militantes de Morena, consiste en convocar a la nación a un nuevo pacto de “aliento y crecimiento” y a la reconciliación nacional, por medio de la creación de millones empleos productivos. Deng Xiaoping rescató de la miseria a 300 millones de chinos en 20 años, México puede lograrlo con 60 millones compatriotas en un sexenio. Tenemos todo para conseguirlo. Se trata de trabar una sencilla alianza con las cámaras de representación empresarial, con los sindicatos, con el gobierno en pleno, con los banqueros, con los inversionistas extranjeros para fundar empresas, ampliarlas, capitalizarlas para crear bienestar y aumentar la recaudación federal, entre otros objetivos. Los recursos públicos no son para comprar voluntades electorales, sino para brindar servicios a la población como la salud, la educación, la seguridad, además de obras de infraestructura autofinanciables, sin desperdiciar en términos suicidas, el ahorro nacional, entre otros desastres. Gobernar es tan fácil como celebrar acuerdos con Finlandia, Japón y Corea del Sur para llevar a cabo una auténtica revolución educativa de conformidad con los tiempos modernos.

Gobernar es tan sencillo como no imponer vergonzosos merolicos a sueldo en las más prestigiadas estaciones de radio y reinsertar a grandes comunicadores liberales y progresistas en sus respectivas programaciones para reponer la necesaria libertad de expresión. Fácil es reconstruir la independencia de los 3 poderes de la Unión y rehabilitar el Estado de Derecho en los términos establecidos en la Constitución de 1917, cuyas conquistas derogó de un plumazo un siniestro personaje de cuyo nombre no quiero acordarme. Lo más sencillo es reponer los organismos autónomos, garantes de nuestra democracia y convocar a nuevas elecciones legislativas para lograr una legítima representación popular en el Congreso de la Unión, en el entendido de que si bien Morena “ganó” el 54% de las curules a través de una ilícita elección de Estado, la nación jamás le concedió la mayoría calificada obtenida a través de un ignominioso y retardatario contubernio con el INE y el TEPJF, otra de las peores traiciones cometidas en contra de la patria desde Santa Anna.

El Estado de Israel se fundó en un desierto en 1948 y hoy tiene un ingreso per cápita superior al de Alemania. Copiemos lo que funciona, es sencillo.

La señora Sheinbaum puede tomar decisiones muy fáciles y sencillas para rescatar al país del foso en el que lo hundió su antecesor. Ya viene la cuesta de enero que durará 6 años...